“Nadie nace sabiendo”. Esta frase originaria de
la sabiduría popular nos explica que hemos de aprender para poder saber. Es
comprensible entender que esto es aplicable a todos los seres vivos. Pero para
aprender, no es necesariamente obligatorio que tengamos que hacerlo nosotros
solos de forma autodidacta. Siempre hay alguien que sabe más sobre una materia específica
que nosotros, y es demostración de inteligencia pedirle que nos enseñe. Que nos
adiestre.
La Real Academia Española de la Lengua define la
palabra adiestrar como: “hacer diestro (hábil, experto en un arte u
oficio), enseñar, instruir”. Su segunda acepción se mete ya un poco en
nuestro tema: “amaestrar, domar a un animal”. Un sinónimo de estas
acepciones es educar, y el diccionario nos la presenta como “enseñar los
buenos usos de urbanidad y cortesía”, y cuando buscamos la definición de
educación, nos comenta el diccionario que es un “conjunto de disciplinas y
ejercicios encaminados a lograr el desarrollo y perfección físico y mental”.
Tradicionalmente cuando nos referimos a un perro, (o cualquier otro animal) se
habla de adiestrar, y no de educar, aunque el término sea completamente valido. Hasta
ahí lo que la gramática exige.
Hay que entender, que cuando el dueño de un perro
llama a un educador canino, en la mayoría de los casos, suele ser porque tiene
un problema. No nos engañemos, esto es así. Aquel cuyo perro obedece a todo, se
sienta, se tumba, acude cuando lo llamas, y no da ningún quebradero de cabeza en
casa, no tiene necesidad de buscar un adiestrador.
Obviamente, lo primero que debería preocuparnos,
tanto a dueños como a adiestradores sería, ¿Cómo, y cuando, comenzaron estos
problemas? En la mayoría de los casos, estos problemas suelen surgir, en la
fase de madurez, más o menos, puede encuadrarse aproximadamente a partir del
primer año de vida, con lo que la idea de que no se debe adiestrar a un perro
cuando es cachorro queda completamente descartada. Si lo educas, o mejor lo
pre-adiestras de cachorro, de adulto, un perro (o cualquier otro animal) suele
ser obediente, y educado. Hay que fijarse que he dicho que lo que más debería
preocuparnos es el como, y el cuando, pero no he dicho el porqué. El motivo,
para la mayoría de adiestradores es claro en la mayoría de casos. El comentario
inicial, suele ser siempre más, o menos el mismo en la mayor parte de dueños,
cuando aparece un problema por vez primera: “comenzó a comportarse así de
repente, de un día para otro” o “ya no sé que hacer con él” como hemos dicho antes, la mayor parte
de los problemas son reforzados por el dueño en su etapa de cachorro. Frases
como: “Es que era muy gracioso que se subiese al sofá…”, y “le gustaba
mucho subirse a mis piernas, y yo le hablaba y le acariciaba…” son
ejemplos muy claros, y que se repiten con asiduidad. Lo que no se piensa en ese
tierno momento, es que ese agradable, mimoso, y pequeño cachorro de 3 meses, en
breve, se convertirá en un adulto grande, y fuerte que seguirá subiéndose al
sofá (adueñándose de él), subiéndose, muchas veces sin aviso, a su dueño, y al
que pase por delante, con los problemas que ello conlleva.
Educar, es decir, “poner unas pautas
disciplinarias y ejercicios encaminados a lograr el desarrollo y perfección
corporal”, como hemos visto antes, es básico e indispensable desde el
comienzo de nuestra relación con el perro. Esta educación debe estar ligada al
adiestramiento básico en el caso más frecuente, y esto nos va a permitir tener
el máximo control posible sobre las acciones de nuestro amigo. Este control, es
un medio de comunicarnos con nuestro perro, no solo adiestrarlo, por lo que a
medida que vayamos enseñándole, nosotros también aprenderemos a entender sus límites,
reacciones, gustos… en resumen, nos comunicaremos mediante el adiestramiento.
Para ello, debemos ponerle a nuestro perro, una serie de reglas de obligatorio
cumplimiento, y fomentarlas desde el mismo momento en que entramos por la
puerta de casa con nuestro nuevo compañero.
Sería por tanto conveniente educar en un
principio a los dueños, sobre cómo deben adiestrar de forma adecuada a su perro,
qué deben fomentar, y cuales son las acciones que deben ignorar, o corregir,
cómo deben hablarle (no ser excesivamente imperativos, no gritar, usar tonos convenientes
para cada situación…), cómo deben tocarle, (no
ser bruscos, premiar cuando conveniente, y castigar cuando, y en la manera que
se necesite…) Es también aconsejable involucrar tanto a dueño, como
al perro, en un pre-adiestramiento, con lo que el vínculo entre ellos en el
verdadero adiestramiento, se afianzaría enormemente. Se hace comprensible de
esta forma, que no hay que esperar a que el perro de problemas para su dueño
sepa adiestrarlo. Es conveniente, muy conveniente, saber como educar a nuestra
mascota, antes incluso de su llegada a nuestra casa. Somos los responsables de
nuestro perro.
Todo este trabajo es básico, fundamental, e
importantísimo para que en la mayor brevedad posible, y de la manera más
adecuada, no tengamos un perro hiperactivo, descontrolado, sin educación, y
problemático, que acabe por destruir, no solo nuestra casa, si no las
ilusiones que teníamos para con nuestra mascota, y que tenga como consecuencia
que la relación dueño-perro, se vea seriamente afectada.
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